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Foto del escritorMarie Arnaudon

Salvemos las buenas historias del deporte



""El deporte es la superación de uno mismo. El deporte es una escuela de vida".

dijo el ex entrenador de la selección francesa de fútbol Aimé Jacquet. Este mensaje ha marcado la historia del deporte. El Ajax de Ámsterdam en 2018 es el ejemplo perfecto: este equipo con su fútbol rejuvenecido y ofensivo ha vencido a los grandes equipos europeos como el Real Madrid y la Juventus en la Champions League. Pero si uno presta un poco más de atención al mundo del deporte, se da cuenta de que estas historias son cada vez más raras. Veamos qué ha pasado con las grandes historias del deporte...


Las historias románticas sobre el deporte se basan esencialmente en el papel que éste desempeña en nuestras sociedades.


El romanticismo se simboliza en las emociones que el autor, el pintor, el hombre representa en un momento dado. El deporte, por su papel en la sociedad, capta las emociones de toda la población y desempeña un papel crucial en sus vidas. Regula la semana, crea modelos y héroes para los jóvenes y les permite olvidar sus problemas personales y soñar por un momento.

Esto es algo que la joven promesa del fútbol francés, Kylian Mbappe, ha captado rápidamente, diciendo que para él:

El fútbol es más que un deporte, basta con ver el impacto que tiene en la sociedad.

Es una parte integral de la rutina semanal de una población. El ejemplo más claro en Francia es la ciudad de Marsella. Sea cual sea el día de la semana, un partido del Olympique de Marsella paraliza la ciudad durante 90 minutos. Los marselleses se unen para apoyar a sus equipos, aunque los resultados de éstos no sean los mejores.


El lugar del deporte en la sociedad se explica también por la personalización de la relación entre el deportista y el espectador.

De hecho, el piloto de Fórmula 1 Ayrton Senna dijo:

"Lo ideal es que seamos lo que pensamos. En realidad, somos lo que conseguimos".

Para Senna, sólo el campo define la calidad del atleta y los extras no deben cambiar eso. El dinero no debe interferir con la calidad de las prestaciones. Mucha gente hace deporte, muchos individuos hacen karting, pero ninguno será Ayrton Senna. El proceso de identificación hace que uno crea que es él en un momento dado, pero los títulos que ha ganado, los duelos que ha mantenido con Alain Prost son los que le convierten en el mejor piloto de la Fórmula 1. Este fenómeno de personalización apareció en Francia tras la victoria en el Mundial de 1998. Vimos a franceses de diferentes orígenes ganar en Francia, en casa.


Este importante papel del deporte en la sociedad ha introducido nuevos parámetros en el rendimiento que ahora regulan las clasificaciones de todos los deportes.


Este papel social para un país ha aportado una dimensión muy política al deporte y sería una tontería pensar que el deporte es completamente apolítico. Este escaparate se convierte también en una vitrina nacional que permite a un país exhibirse a través de la organización de un gran evento deportivo y de la actuación de los atletas que lo representan. Rusia ha entendido muy bien este papel del deporte y ha buscado a toda costa convertirlo en su favor. Fue sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 en Sochi. El país sabía que la influencia de Russi dependería del rendimiento de sus atletas. Por ello, decidió hacerlo posible organizando un plan de dopaje estatal que permitiera a los atletas doparse sin dar positivo. Desde entonces, las investigaciones han demostrado estos hechos antideportivos y los atletas están vetados de las competiciones deportivas internacionales durante cuatro años.


Pero lo que ha aumentado especialmente en este lugar del mundo es la economía del deporte. Esta economía ha llegado a alterar el orden de las clasificaciones independientemente del deporte.


El deporte es una fuente de inversión porque es un escaparate. Acontecimientos como la final de la Copa del Mundo de fútbol, los 100 metros lisos de los Juegos Olímpicos o la Super Bowl son eventos que consumen miles de millones de personas.

El deporte, por tanto, genera inversiones de las empresas, pero hay que distinguir entre la capacidad de éxito y el éxito. La actuación de los clubes franceses en las copas europeas de fútbol de los últimos años, y más concretamente del París-Saint-Germain, lo demuestra. Desde su adquisición por parte de Qatar, la ambición del club parisino es ganar la copa con la orejona y para ello el club de la capital no ha dejado de batir récords de fichajes. Pero, desde 2011, el club nunca ha pasado de los cuartos de final y en los últimos cinco años ha luchado por pasar de los octavos de final, produciendo actuaciones que algunos podrían calificar de patéticas. Tienen toda la capacidad para triunfar con un equipo formado por los mejores jugadores europeos, dominar el campeonato francés, pero no lo consiguen.


La politización del deporte y el creciente papel de la economía parecen haber destruido la posibilidad de que el deporte vuelva a ser romántico. Esta última parece resistirse para alegría de los aficionados al deporte.


Las historias más bellas son las que combinan el rendimiento y lo inesperado. Podríamos llamarlas hazañas, pero sería limitar su existencia, ya que en el deporte lo que hace la verdad no es el dinero, como he mostrado antes, la politización del deporte, sino el campo. Es lo que queda al final en los recuerdos. Estos recuerdos suelen basarse en las emociones, en la personalización: en definitiva, se basan en la esencia misma del deporte, en la superación de uno mismo para llegar al corazón de los demás. La historia está llena de ejemplos. La última victoria francesa en Roland Garros es una bella historia. Yannick Noah, de 23 años, ganó el 5 de junio de 1983 el torneo francés de Grand Slam. Esta victoria es el símbolo de la extraordinaria generosidad del tenista, que nunca consideró su victoria como la de un "yo", sino como la de un "nosotros". Las emociones ligadas a una gran expectación francesa hicieron de su victoria una de esas historias románticas que marcarán el deporte francés. Pero esto no es sólo un fenómeno del pasado. En 2018, el club de fútbol Les Herbiers, de la región francesa de Vendée, llegó a la final de la Coupe de France contra el campeón de la Ligue 1, el París Saint Germain, con un presupuesto 270 veces menor. Les Herbiers, aunque intrínsecamente inferior en el plano técnico, demostró su coraje y siguió inquietando a los parisinos con su fútbol físico. Una actuación que forzó la admiración de toda Francia y de sus adversarios.


El importante lugar que ocupa el deporte en nuestras sociedades ha incrementado las inversiones económicas cambiando en consecuencia los parámetros de las actuaciones. Pero salvemos las bellas historias del deporte, las que han visto las victorias más inesperadas, las más románticas, porque son el vínculo entre el hombre común y el atleta.



Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator











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